La memoria silenciada | #OrigiReto2019

18 de Febrero de 2004
- No lo puedo creer, la puta madre. ¡Se va a meter en esa carrera llena de zurdos de mierda!

Bueno, comenzar tu día sabiendo que opina tu padre respecto a tu carrera puede ser algo alentador a veces, ¿no? Entro al living silenciosamente. Me miraron, seguro se dieron cuenta que lxs escuché. Anoche, después de cenar, le conté a mi viejo y a mi vieja que voy a estudiar Antropología en la UNC. Mi viejo quizo decir algo, me di cuenta porque mamá le agarró la mano, como callándolo. Creo que ya se la veían venir, me da igual. Me preparé un café y cuatro tostadas. Sólo pude decir "buen día", porque toda la buena onda que tenía quedó en la almohada. Las palabras no salían de mi boca, no fluían dentro de mi cabeza, mi diálogo interno solo variaba entre "quiero desayunar e irme a la mierda" y "espero no haberme equivocado de carrera". Termino el desayuno, me preparo y salgo a la calle. Hoy voy a inscribirme en la Universidad. Días mas adelante, me daría cuenta por qué odiaba a las carreras como la mía. Pero ya todo sería distinto. 

Tomé el 62. Luego debería haber tomado el 66 o el 18, pero como era un día fresco en medio de verano, me bajé en la San Jerónimo y aproveché para caminar un poco y descargar el enojo que llevaba. Subí hasta Ciudad Universitaria por Obispo Salguero y doblé por el zoológico. La ciudad estaba bastante tranquila. No había protestas, ni atascamientos de autos. Poca gente para ser mitad de febrero, la verdad.

Cuando llegué a la Facultad de Filosofía y Humanidades, me pareció uno de los lugares más lindos en los que había estado.Se notaba entre las personas un trato muy amistoso. Unas personas tomaban mate, sentadas en el suelo, conversando entre sí. Era la primera vez que estaba en la Universidad, yo esperaba algo mas formal y serio. Pero para mi suerte, acá todo parecía compañerismo. Esto se parecía a una hogar. Fui al despacho, entregué los papeles y sellaron mi libreta. Ahora era, oficialmente, una estudiante mas. Las clases comienzan la semana que viene, por lo que me queda poco tiempo para mis últimas vacaciones en varios meses, 

Cuando termine los trámites, no quería volver a casa. En realidad, no es mi casa. Es la casa de mis padres. Yo recién llegaba. Me crié con mis abuelos maternos, en pleno campo, al interior de Córdoba. Fui a una escuela rural, donde nada de lo que me enseñaron me interesaba. Pero en algunas tardes, me escapaba de casa en bicicleta hasta la biblioteca del pueblo, y ahí leía sin parar sobre Filosofía, Historia, Antropología y Sociología. Antes del anochecer, regresaba. Con ellxs me llevaba bien, pero a veces mis tardes eran consumidas por las tareas que imponía el gran jardín familiar. Si no me iba cuando mi abuela estaba dormida, ya no podía salir de casa hasta el día siguiente porque quería que la vea tejer sus eternos buzos de lana. Me llevaron a la casa de mis abuelxs a mis 5 años, por eso el viaje hasta la capital cordobesa se me hizo tan difícil. Ese colectivo implicó dejar atrás mi infancia y adolescencia, fue un boleto directo a la adultés.. 

Pero en la casa de mis padres, era peor que con mis abuelxs.  A mis padres no lxs conocía mucho, ya que me dejaron allá y me veían una o dos veces por año y en las vacaciones. Los primeros días en capital me dí cuenta lo grande que estaban, La casa era un infierno casi todo el día. Mi viejo, militar jubilado, se la pasaba dando órdenes como, supongo, las daba en el ejército. Mi vieja lo odiaba y se lo hacía saber, pero al final terminaba cumpliendo con sus indicativas. A veces, mi vieja decía que si tuviese treinta años no lo dudaría y se iría a la mierda de casa. 

Entonces ese día de inscripción en la universidad, decidí también volver caminando gran parte del trayecto por el bosque. Pero cuando pasé por el Super Park, un parque de diversiones que está como metido en el bosque frente al zoológico, sentí algo extraño. Como si ya hubiese estado en ese lugar, como si ya conociera la entrada de piedra, las rejas que forman el arco de hierro sobre la entrada y el carro de algodón de azúcar en la puerta. Pero no, nunca había estado ahí antes. Toda mi vida transcurrió  en el pueblo de mis abuelos. Aquella noche se lo comenté a mis viejxs. La respuesta de mi papá fue la que esperaba:

- ¿Y vos QUE MIERDA hacías ahí, me podés explicar? Si vas a estudiar, vas a estudiar. Nada de perder el tiempo. Tu único deber es estudiar, no te olvides. De la facultad, a la casa. 

19 de FEBRERO

Hoy, cuando me desperté, escuché a mi viejo gritando. "Este tuerto de mierda. ¡No lo puedo creer! Yo sabía que estos zurdos seguían operando desde las alcantarillas." Fui a desayunar. El humor, abajo, era del peor. Mi viejo hablaba por teléfono con su abogado. Mi vieja ya tejía mientras veía una película. Sabíamos que cuando mi viejo se ponía mal, era mejor alejarse o la ligabas vos también. Cuando terminé de preparar mi café, él ya se había ido. En la mesa estaba el periódico La Nación de hoy. Lo metí en mi mochila y fui de nuevo al Super Park. 

Cuando llegué, era el mismo panorama de siempre. El carro del algodón de azúcar, las rejas recién abiertas y en el centro el puesto de tickets y fichas. Me senté en un banco cerca de la laguna artificial. Ahí casi no había niñxs, pero me puse los auriculares para tapar el murmullo. Abrí el diario. La noticia principal decía "Kirchner apela a un decreto para forzar los juicios contra militares. Más presión sobre la Corte y el Congreso". La nota contaba cómo el nuevo presidente quería impulsar un juicio contra militares por haber cometido "crímenes de lesa humanidad". Esta es la primera vez que veo a mi viejo preocupado por algo de su trabajo. Él fue militar cuando yo era muy chica, hasta mis cuatro o cinco años más o menos. Nunca nos hablaba de su trabajo. La noticia daba unos años, entre 1976 y 1983. A pesar de que lei varios libros de historia universal en la biblioteca de mi pueblo, nunca había escuchado estos térmInos. Me sentía demasiado ignorante para estar por entrar a la universidad. En mi cuaderno, anoté tres cosas a indagar: "dictadura 1973-1978", "crímenes de lesa humanidad" y "genocidio de Estado". No sabía qué significaban esas cosas, pero por la reacción de mi viejo esta mañana, se que eran malas, al menos para él.

Después de ojear otras noticias de ese día, me fui hasta un cyber, para buscar mis respuestas en Internet.  Lo primero que busqué, era por lo que se culpaba a los militares: crímenes de lesa humanidad. Cuando obtuve la respuesta, estaba atónita. Eran "actos calificados como asesinato, exterminio, esclavitud, deportación, encarcelamiento u otra privación grave de la libertad física en violación de los derechos humanos fundamentales y las normas del derecho internacional"

¿Y si mi viejo mató a alguien?

La pregunta retumbaba una y otra vez en mi cabeza. No puedo asegurar si la pensé o la pronuncié en voz alta. Durante una fracción de segundo, me estremecí al imaginar a mi padre, a mi viejo, disparándole a alguien por la espalda, o torturando a personas con una picana. Pero antes de seguir atormentándome en mi imaginación, continué la búsqueda de respuestas. Así fue como me enteré que en Argentina, apenas unos años antes de que yo naciera, los militares sacaron al presidente que había y tomaron ellos mismos el poder, mediante la violencia. Su último gobierno, del cual yo supongo que mi padre formó parte, fue entre 1976 y 1983, dejó un saldo de treinta mil personas desaparecidas, torturadas, abusadas y asesinadas por el Estado. También hubo personas embarazadas cuyes hijes fueron robades por el Estado y entregades a familiares o amigues de los militares. 

¿Y si mi viejo mató a alguien? 

Poco a poco, otra sombra comenzó a crecer en mi interior. Volví a casa. Cerré la puerta de mi cuarto con llave. Busqué en el baúl de los recuerdos mis fotos más antiguas. Estaba en la falda de mi madre, soplando las dos velitas de mi segundo natalicio. Mi padre, al lado, con su porte tan militar, tan correcto y estructurado.  ¿Por qué no había fotos de mi nacimiento y mi primer año? Pero, quizás lo que más me intrigaba, era por qué me sentía tan ajena a mi familia. En esa foto, con dos años, me veía tan perdida como ahora, con la mirada en el horizonte, como si no perteneciera al cuadro. Ahora  de joven, no me identificaba con ninguno de mis padres. Me miraba en espejo durante horas, pero no encontraba nada. Ni la frente gigante de mi viejo, ni la nariz delicada de mi vieja. Ni el porte militar de mi viejo, ni la sobria elegancia de mi vieja. Nada.

20 de Febrero
Esta madrugada, mientras el resto de la casa estaba durmiendo, busqué en el Cajón de Papeles Importantes mi certificado de nacimiento. Estaba ahí, junto a los de mi familia. Observé sus datos. Nada raro. Abrí mi cuaderno, Una de las anotaciones decía


SI TENÉS DUDAS SOBRE TU ORIGEN O 

IDENTIDAD Y NACISTE ENTRE 1976 Y 1983 

LLAMANOS (0351)421-4408 

                                                                                                    Abuelas de Plaza de Mayo

Era un aviso que encontré cuando busqué sobre la última dictadura. Las Abuelas eran un grupo de mujeres que buscaban a sus hijes y nietes desaparecides. Estuve todo el día pensando en esto. Mucho tiempo, en una de mis voces interiores más ocultas y profundas, me preguntaba si yo no era adoptada. Pero ahora, esta voz se amplificó y se hizo mucho más oscura y densa.

¿Y si yo soy hija de une desaparecide? ¿Y si mi viejo, o mi vieja, fue une de eses treinta mil? 

Tenía mucha bronca, con mi padre en mayor parte, por haberme ocultado todo esto. Ahora entiendo que, quizás, me llevaron al campo por esta razón. Yo nací el 2 de marzo de 1981, soy hija de un militar de alto rango y tengo serias dudas de mi identidad. Motivos suficiente para llamar, pensé. Llamé y el teléfono sonó dos veces, entonces desistí a mi impulso.

24 de Febrero
Hoy fui a la facultad. De regreso, en una librería, me compré "El Vuelo", de Horacio Verbitski, donde relata como eran "los vuelos de la muerte" durante la dictadura. Me fui a leer a la parque de diversiones.

26 de Febrero 
Después de la facultad, vine al Super Park a seguir leyendo El Vuelo. La mujer que vende fichas se me acercó. Me preguntó cómo estaba, por qué iba allí tan seguido. "Este lugar tiene algo especial", le respondí. No sabía qué, pero algo tenía. Se llamaba Sonia. "Es la primera vez que voy a contar esto" me dijo. "Veo que estás leyendo El Vuelo...". Hizo una pausa, buscando las palabras en su cabeza.  "Esto, en los 80s, fue un centro clandestino. Ahí, señaló, había una habitación de chapa. Todo esto era un bosque enorme. En la piecita torturaban a los que encontraban por acá. Después los llevaban a otro lado. Acá también separaban a las madres de sus bebés, o las hacían parir en ese cubículo, sin ayuda médica... en condiciones inhumanas". Su voz estaba a punto de quebrarse. "Ahí vuelvo", dijo como sacudiéndose.

Sonia traía un sobre  con fotos de desaparecides de Córdoba, de sus hijxs y posibles rostros a los diez años. Cuando me pasó la quinta foto, me reconocí en el acto. Ella me miró y sólo pudo abrazarme. Ni siquiera pude llorar. No había palabras.. Ahora entendí por qué el Super Park me parecía conocido. Porque yo nací acá. Era otra nieta más. Por fin, me voy acercando a mi origen. Y quiero venganza









3 comentarios:

  1. Me ha estremecido, enterarte de que eres una bebé robada, debe ser tormentoso y ahora vine lo peor, encontrar a toda tu familia y enfrentarte a la que tienes.
    Me encanta, sobre todo porque parece que escucho a la protagonista, su acento, sus orígenes.

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  2. El relato está bien, la historia es interesante, aunque se siente un poco una mezcla de demasiadas cosas juntas sin mucho sentido. La idea está bien aunque el objetivo está un poco con pinzas, ya que no sucede en un parque de atracciones si no que es un lugar al que el personaje protagonista va de forma aleatoria, pero falta un buen repaso, hay muchos fallos, tanto de puntuación como de ortografía general, espacios que faltan, comas a final de párrafo, menos en lugar de guión y esas cositas. Por favor agradeceríamos un repaso a los relatos antes de entregarlos ^^ te recomiendo también normalizar el neutro, usar la e o cambiar la frase para no poner x por todas partes que entorpecen un poco la lectura :S pero bueno es una recomendación, piensa que las personas ciegas que usan lector tienen problemas con esta clase de palabras porque no las pueden leer.
    Ánimo con marzo y enhorabuena por tu primera pegatina espero que aprendas mucho y te lo pases genial :3

    .KATTY.

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  3. Muy buenas,

    El padre me ha caído muy mal, en general todos en esa familia son un poco amargados ¿no? siempre diciendo tacos y discutiendo. Pero supongo que es así en algunas familias por desgracia.

    El final me ha parecido un poco forzado que se encuentre con la mujer que justo fuese su madre, cuando ni siquiera había llamado al teléfono para quedar con alguien... tal vez eso le habría dado más naturalidad, dar a entender que había una investigación detrás y no simple casualidad. De todas formas es una realidad muy triste el tema de los padres sin hijos e hijos sin padres que me alegra que reflejes en tu relato.

    Como ya Katty te ha comentado lo de los guiones y el neutro no entraré en más detalles sobre eso, ya que opino lo mismo. Mejor usar el neutro con -e y desde luego no usar el menos para los diálogos ;) También tienes un baile raro de tiempos verbales, pasados/presentes un poco mezclados que no llegan a casar del todo a parte de alguna tilde (por ejemplo: termine por terminé).

    saludos!

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