Al blog le puse Los Prihibidos en honor a un poema de Alejandra Pizarnik:
El deseo de la palabra
La noche, de nuevo la noche,
la magistral sapiencia de lo oscuro,
el cálido roce de la muerte,
un instante de éxtasis para mí,
heredera de todo un jardín prohibido.
Pasos y voces del lado sombrío del jardín.
Risas en el interior de las paredes.
No vayas a creer que están vivos.
No vayas a creer que no están vivos.
En cualquier momento la fisura en la pared
y el súbito desbandarse de las niñas que fui.
Caen niñas de papel de variados colores.
¿Hablan los colores?
¿Hablan las imágenes de papel?
Solamente hablan las doradas
y de ésas no hay ninguna por aquí.
Voy entre muros que se acercan,
que se juntan.
Toda la noche hasta la
aurora salmodiaba: Si no vino es porque no vino.
Pregunto. ¿A quién?
Dice que pregunta, quiere saber a quién pregunta.
Tú ya no hablas con nadie.
Extranjera a muerte está muriéndose.
Otro es el lenguaje de los agonizantes.
He malgastado el don de
transfigurar a los prohibidos
(los siento respirar dentro de las paredes).
Imposible narrar mi día, mi vida.
Pero contempla absolutamente sola
la desnudez de esos muros.
Ninguna flor crece ni crecerá del milagro.
A pan y agua toda la vida.
En la cima de la alegría
he declarado acerca de una música
jamás oída.
¿Y qué?
Ojala pudiera vivir solamente en éxtasis,
haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo,
rescatando cada frase con mis días
y con mis semanas infundiéndole
al poema mi soplo a medida que cada letra
de cada palabra
haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir.
De: Figuras del presentimiento