Llega la hora de dibujar



Tengo una sensación interior que se repite desde las últimas elecciones presidenciales: siento una total y completa ausencia de generación de nuevos cuadros políticos.

Cuando Cristina puso a Scioli como candidato, pensé "bueno, ahora tenemos cuatro años para que surja un nuevo candidato". Pasaron algo más de tres años y todavía seguimos colgadxs del manto de mamá Cristina.

La discusión y debate por la ILE permitió que surgiesen diversos cuadros desde todas las perspectivas del arco político argentino. Desde Lospennato, a Monzó y Ofelia, han sido personas que marcaron esa etapa política del país. Pero ninguna de esas figuras trascendió al escenario político del 2019, al menos en los altos cargos del ejecutivo.

Hoy se vota en Córdoba. Y aún siento esa falta de representatividad, la ausencia total de unx candidatx joven, cuyas ideas no sean solo progresistas sino también revolucionarias. En cambio, hoy todo lo que tenemos son cuadros viejos, gastados, como esa bici de tu abuelo que en su momento fue buena pero hoy ya no se banca 100 km. Y con esto no me refiero solo a la salud del favorito a gobernador de la provincia sino a toda una serie de personajes que se vienen repitiendo año a año, que en momentos de elecciones parecen tener la solución a todos los problemas actuales. Pero esas figuritas ya las conocemos, las manoseamos mucho y han perdido el pegamento. Están ajeadas. En este álbum de película con ínfulas de thriller y final de terror que es la política argentina, nos quedan varios espacios vacíos sin completar. Mientras tanto, en los sobres se siguen repitiendo una y otra y otra vez la misma figurita de siempre, aunque a veces viene una nueva pero no es la que queremos y al poco tiempo se nos va la emoción.

También hay figuritas que no traen pegamento, entonces no las podemos pegar a la base, como una izquierda "de los trabajadores" que, justamente, es repudiada por los y las trabajadoras y trabajadores. Este año tocó la nueva figurita de Luciana Echeverría, lo que al principio me provocó gran emoción por ser un cuadro joven y feminista, pero al ver que en esa parte de la película ella termina en un choque frontal contra Schiaretti, me embargó nuevamente la monotonía y el aburrimiento. El personaje de Luciana mejoró mucho su propaganda, ahora se nota un aumento de inversión en comunicación, pero me sigo preguntando por qué cuesta tanto lograr esa conexión con el sector trabajador ¿será que a la izquierda le costó incorporarse en la nueva maquinaria digital? ¿Será la terminología usada por sus postulantes, que no tiene significación alguna por fuera de su núcleo duro y que suena a afiche de los años 60s? ¿O será que su núcleo de votantes en realidad, no son trabajadores, y que hace veinte años que le vienen errando al receptor de sus campañas? Hay muchas preguntas que la izquierda se viene postergando a sí misma hace, como mínimo, dos décadas. 

Por otro lado, está la gran figurita ausente, esa que esperábamos encontrar si o si. Compramos varios sobres y desde la fábrica nos dijeron que la seguían poniendo. Pero a la hora nos llaman y una voz de operadora, fría y maquinaria, nos avisa que, finalmente, este año no podremos tener en nuestras manos a esa figurita. Y por supuesto que estoy hablando de Carro y Unidad Ciudadana (UC). Todavía no entiendo qué fue ese acto de apertura de campaña y la bajada de lista a los dos días siguientes: ¿Falta de comunicación entre nación y provincia? ¿acuerdos de último momento entre Schiaretti y Cristina Fernández? Algunxs kirchneristas dicen que Carro "se dio cuenta" y evitó lo evitable: darle un triunfo discursivo a Maurio Macri. Si bien concuerdo con la decisión de UC en Córdoba, espero que ese "darse cuenta" incluya también una autocrítica sobre las acciones realizadas en nuestra provincia. 

Si bien se dice que Córdoba es más conservadora, ¿cómo puede ser hace veinte años venimos votando lo mismo y continuamos con las mismas falencias estructurales?

Tampoco podemos pasar por alto que partidos históricamente minúsculos de la extrema derecha, como Encuentro Vecinal Córdoba con el director de Portal de Belén, García Elorrio, hayan obtenido los votos suficientes como para ubicarse en un cuarto puesto. Viendo lo ocurrido en Brasil y en Estados Unidos, no podemos dejar de mirar con atención como van creciendo el caudal de partidos ultra-conservadores y/o liberales de derecha. El crecimiento de popularidad de la derecha en Argentina en los últimos años merece una entrada aparte.

Mientras tanto, el radicalismo y el peronismo de derecha continùan siendo las figuritas de siempre. Nos cansamos de quejarnos de los problemas de la ciudad, que la luz de la calle, que el precio de los servicios, que la recolección de basura, el estado de los hospitales públicos, el pésimo estado de los colectivos, la hostilidad hacia las personas negras, pobres, gays, lesbianas, transexuales, mujeres, menores de edad, y un largo, larguísimo, etcétera, de cuestiones que hace décadas quedan por resolver en nuestra provincia. 

Y con esto no quiero decir que el gobierno de Schiaretti no tuvo nada de positivo, pero frente a las pocas cosas que realizó bien como ser el Boleto Educativo Gratuito para estudiantes, docentes, obrerxs y jubiladxs o el Plan Primer Paso para introducir a jóvenes en el sector laboral, los gobiernos que han pasado por el manejo de la provincia y de la  intendencia han dejado mas problemas irresueltos que las soluciones que trajeron a estos territorios. 

Hoy abrimos el sobre de figuritas nuevamente y (casi) nada nos sorprende. Fue lo que esperábamos, las caras de siempre en el lugar de siempre. ¿Seguiremos con los problemas de siempre?

La pregunta que me queda en la cabeza es qué hacemos con el álbum de figuritas: ¿cómo rellenamos los casilleros que nos faltan? ¿qué puedo hacer yo, como parte de la ciudadanía, para generar un cambio en las figuritas de siempre? ¿quemamos el álbum o nos conformamos con las figuritas que nos toquen?

Hace algunos meses donde pienso que la solución, la verdadera solución, es agarrar un lápiz y dibujar nuestras propias figuritas. Quizás no sea lo mejor, pero es la única salida temporal. Y sintiendo este hastío de repetir hasta vomitar las mismas figuritas de siempre, y sabiendo que esto no me pasa únicamente a mi sino a varias personas jóvenes, cuyos futuros están en manos de estos gigantes, leo a Michele Foucault -que siempre tiene algo para decirme- y siento un viento de aire fresco:

"hay poblaciones enteras que se vuelven inestables, que se ponen en movimiento, en búsqueda, fuera del vocabulario y las estructuras de costumbres. Es una... no me atrevo a decir revolución cultura, pero sin duda una movilización cultural. Políticamente irrecuperable: se siente que en ningún momento el problema para ellos cambiaría si hubiese un cambio de gobierno. Y eso me alegra".

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